El pasado domingo el equipo completo de Puppets & Clay acudimos a la Cineteca de Matadero de Madrid dado que ponían en pantalla grande y por primera vez por estas tierras la película noruega Dyrene i Hakkebakkeskogen, que se ha traducido por el más pronunciable El bosque de Haquivaqui. Todo gracias a Mi Primer Festival de Cine, que desde el sábado 11 y hasta el domingo 26 (de noviembre) nos trae a la capital cantidad de películas en formato largometraje y cortometraje de más de una veintena de países.
El bosque de Haquivaqui es un buen lugar dónde vivir, pero los animales pequeños están angustiados, vigilando que los más grandes no se los coman. Claus, el ratón travieso, y sus amigos le temen al zorro Marvin y a otros depredadores. Aunque lo que colma la paciencia es que un buen día el erizo Horacio intenta zamparse a la abuela ratón. Entonces es cuando Morten, el ratoncillo más sensato, llega a la conclusión de que ha llegado el momento de redactar una nueva ley para el bosque. A partir de ahora todos los habitantes del bosque serán amigos y nadie podrá comerse a los demás. Pero Marvin el zorro sigue hambriento…
La cinta es esta dirigida por Rasmus A. Sivertsen cuyo vistazo a su ficha en Filmaffinity hace elucubrar que se trata del gran propulsor del cine de animación de temática infantil de Noruega. Sus primeros trabajos fueron realizados enteramente en CGI, pero desde hace menos de un lustro y haciendo equipo con el estudio noruego especializado en stop-motion, Qvisten Animation, ha estrenado en aquel país tres largometrajes (y otro más está actualmente en plena producción).
Por mi parte, y gracias al animador madrileño Manuel Rubio pude hacerme en DVD con la primera de las incursiones de Sivertsen en la animación fotograma a fotograma: Solan og Ludvig: Jul i Flåklypa (2013), que suponía la vuelta a la palestra de los personajes más emblemáticos del gran clásico del cine de animación noruego Flåklypa Grand Prix (Grand Prix en la montaña de los inventos, Ivo Caprino, 1975). Por lo que ya conocía el nivel de gran calidad que infundía Qvisten a sus trabajos.
Pero con El bosque de Haquivaqui nos han dejado locos, tanto a mí y como al resto del equipo de este blog (incluido un implacable crítico cinematográfico de 34 meses de edad).
El detalle de los personajes, la perfecta animación y timming en los movimientos, amén de esa luminosidad bellísima, hacen de este largometraje uno de los más adecuados para la infancia de cuantos hemos podido ver en los últimos meses. Además las canciones ayudan mucho a meterse dentro de la vecindad de Haquivaqui -en gran parte gracias al buen trabajo de doblaje de la distribuidora Pack Magic.
Para mí ha sido como volver a ver el más idealizado espectáculo de Cortilandia, sin tener que sufrir ningún tipo de publicidad subliminal de hiperconsumismo navideño. Toda una grata sorpresa.
Para mí ha sido como volver a ver el más idealizado espectáculo de Cortilandia, sin tener que sufrir ningún tipo de publicidad subliminal de hiperconsumismo navideño. Toda una grata sorpresa.
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