jueves, 30 de noviembre de 2017

EL ZOOTROPO DE WILLIAM HORNER

1834. En ese lejano entonces ya llevaban unos años hablando de la teoría de la persistencia retiniana (ideada por Peter Mark Roget en 1824), un fenómeno según el cual una imagen permanece en la retina durante una fracción de segundo antes de desaparecer por completo. Por ello cuando imágenes fijas con cierta variación entre ellas pasan a cierta velocidad ante nuestros ojos (con una cadencia mínima de 10 imágenes por segundo), el cerebro las enlaza como una sola imagen visual, móvil y continua.
Con ese principio como base empezaron a llegar a las casas de la clase media-alta de la época victoriana ciertos juguetes que maravillaban a quien los observaba: el taumatropo (inventado por John Ayrton en 1824), el fenaquistiscopio (creado por Joseph Plateau en 1829) y el zootropo (ideado por William Horner en ese 1834), serían los primeros grandes inventos que triunfaron en este ámbito -sin desmerecer del más antiguo y siempre genial flip book o folioscopio que Philippe Jacob Lautenburger se sacó de la manga en 1760.

Disco de fenaquitiscopio
El más revolucionario de todos ellos, por su sencillez en el uso y la conseguida sensación de movimiento que produce fue el de Horner, un bristoleño como los buenos de Aardman (ya sabéis que siempre les tengo presentes en mis plegarias). El zootropo, cuyo nombre proviene del griego zoo (vivo) y trope (que gira) -que también fue conocido por el genial apodo de daedalum, que suele traducirse como rueda del diablo-, consta de una serie de dibujos impresos en bandas de papel colocadas en el interior de un tambor giratorio montado sobre un eje. Rodeando el cilindro en su parte más alta, una serie de ranuras verticales, por las cuales se mira, permiten que al girar el aparato se perciban las imágenes en movimiento.

Los amigos de Antiquus son de los pocos que se dedican, a día de hoy, a la fabricación de este y otros juguetes ópticos de época. Para hacer esta entrada me mandaron su modelo de zootropo francés , un precioso diseño decorado con motivos ornamentales clásicos. Va acompañado de 30 tiras animadas, que resultan ser una reproducción de las originales y que consiguen transportarnos, aún más si cabe, a una época mucho más inocente y fascinante.



Cuelgo aquí unas fotos del bonito zootropo para que se os caiga la baba sobre el teclado. Haceros con uno para regalar en Navidad y triunfáis de fijo.

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