Hace unos años lo mío con la animación no era tan enfermizo. Era una enfermedad, pero no era grave. Por aquel entonces cayó en mis manos el libro "Películas clave del cine de animación", del crítico y eminente divulgador cultural Jordi Costa. En poco espacio de tiempo aquel volumen se convirtió en una de mis principales brújulas, en un instrumento capaz de hacerme viajar a terrenos del cine de animación para mí hasta entonces inexplorados. Costa ofrecía en un recorrido por 100 películas de animación lo que a su juicio eran las obras imprescindibles para elaborar una radiografía universal de esta centenaria modalidad artística. En su acertada mirada no se limitaba a los largometrajes, sino que también tenían cabida unos pocos cortometrajes. El análisis de cada película me llevaba como lector a otros films, ya fuera por referencia directa o indirecta, y al final del libro se incluía un estupendo glosario de los principales realizadores del espectro animado. Un complemento ideal para meter ante mis cuatro ojos sesiones continuas de una sola firma. Por suerte y nunca diré por desgracia -pues sirven a la perfección como foto de un momento de análisis determinado-, este tipo de trabajos quedan con el tiempo obsoletos. "Películas clave del cine de animación" se terminaba de imprimir en 2010 y la última película que analizaba era Up (Pete Docter, 2009).
Otro Jordi, en este caso Sánchez-Navarro, ha publicado recientemente (más concretamente en el febrero idílico, previo al horrible brote europeo de la pandemia del COVID-19) un ensayo que sigue bastante la línea del libro comentado en el párrafo anterior. "La imaginación tangible. Una historia esencial del cine de animación", publicado por Editorial UOC (Universitat Oberta de Catalunya) dentro de su colección Filmografías esenciales, supone otro recorrido personal por la historia del cine de animación. Pues la animación, como cualquier otro arte, es algo enteramente subjetivo. Jordi Sánchez-Navarro, quien fuera director del Salò Internacional del Còmic de Barcelona y quien es, desde hace unos cuantos años, el responsable de la programación de Anima't, la sección de animación del festival de Sitges, se ha enfrentado a este reto con valentía. Pues reconozcamos que la cosa era chunga: 120 años de animación resumidos en 50 largometrajes es para volverse loco. A no ser que uno sea de los que tira de otras recopilaciones que pululan por internet o de los que coge lo mejor puntuado de IMDB o Filmaffinity y a correr. No estamos en ese caso. Sánchez-Navarro sabe bien lo que es la animación: técnicas, estilos formales, autores de renombre, corrientes artísticas,... Con cincuenta títulos prácticamente lo cubre todo. Motivo por el cual el libro merece un aplauso a su labor de síntesis. El truco está, como ya hizo Costa en su ensayo, en aprovechar el espacio dedicado a cada largometraje para hablar de soslayo de otros títulos indispensables del cine de animación. Por ejemplo, al ser una de las premisas que se impuso Sánchez-Navarro el no repetir directores, en el momento en el que habla de Paprika (2006), aprovecha para glosar todos los trabajos del gran Satoshi Kon; o cuando habla de ¡Piratas! (Peter Lord, 2012), utiliza las tres páginas para, también, hacer un breve recorrido histórico de los trabajos más destacados del estudio plastileniode situado en Brístol. Además de todo esto, el libro merece la pena porque Sánchez-Navarro mete títulos a menudo olvidados en este tipo de listas, como Las doce pruebas de Asterix (Albert Uderzo, René Goscinny, y Pierre Watrin, 1976) o Batman: La máscara del fantasma (Eric Radomski y Bruce Timm, 1993), que me flipan hasta el punto de que yo también los hubiera considerado esenciales. Por otro lado, la prosa es fluida y amena. Sánchez-Navarro sabe incluir los datos técnicos y las anécdotas de prensa amarilla con estilo, haciendo que el libro literalmente se devore (dejando un regusto entre los dientes a tinta negra y celulosa).
Otro Jordi, en este caso Sánchez-Navarro, ha publicado recientemente (más concretamente en el febrero idílico, previo al horrible brote europeo de la pandemia del COVID-19) un ensayo que sigue bastante la línea del libro comentado en el párrafo anterior. "La imaginación tangible. Una historia esencial del cine de animación", publicado por Editorial UOC (Universitat Oberta de Catalunya) dentro de su colección Filmografías esenciales, supone otro recorrido personal por la historia del cine de animación. Pues la animación, como cualquier otro arte, es algo enteramente subjetivo. Jordi Sánchez-Navarro, quien fuera director del Salò Internacional del Còmic de Barcelona y quien es, desde hace unos cuantos años, el responsable de la programación de Anima't, la sección de animación del festival de Sitges, se ha enfrentado a este reto con valentía. Pues reconozcamos que la cosa era chunga: 120 años de animación resumidos en 50 largometrajes es para volverse loco. A no ser que uno sea de los que tira de otras recopilaciones que pululan por internet o de los que coge lo mejor puntuado de IMDB o Filmaffinity y a correr. No estamos en ese caso. Sánchez-Navarro sabe bien lo que es la animación: técnicas, estilos formales, autores de renombre, corrientes artísticas,... Con cincuenta títulos prácticamente lo cubre todo. Motivo por el cual el libro merece un aplauso a su labor de síntesis. El truco está, como ya hizo Costa en su ensayo, en aprovechar el espacio dedicado a cada largometraje para hablar de soslayo de otros títulos indispensables del cine de animación. Por ejemplo, al ser una de las premisas que se impuso Sánchez-Navarro el no repetir directores, en el momento en el que habla de Paprika (2006), aprovecha para glosar todos los trabajos del gran Satoshi Kon; o cuando habla de ¡Piratas! (Peter Lord, 2012), utiliza las tres páginas para, también, hacer un breve recorrido histórico de los trabajos más destacados del estudio plastileniode situado en Brístol. Además de todo esto, el libro merece la pena porque Sánchez-Navarro mete títulos a menudo olvidados en este tipo de listas, como Las doce pruebas de Asterix (Albert Uderzo, René Goscinny, y Pierre Watrin, 1976) o Batman: La máscara del fantasma (Eric Radomski y Bruce Timm, 1993), que me flipan hasta el punto de que yo también los hubiera considerado esenciales. Por otro lado, la prosa es fluida y amena. Sánchez-Navarro sabe incluir los datos técnicos y las anécdotas de prensa amarilla con estilo, haciendo que el libro literalmente se devore (dejando un regusto entre los dientes a tinta negra y celulosa).
Se hace difícil poner algún pero al libro de Jordi Sánchez-Navarro. A mí particularmente me encanta que los ensayos cinematográficos tengan imágenes sobre las que apoyarse, pues creo que ayudan mucho a que toda la información que se vuelca quede mejor asimilada en el cerebro (al menos, como digo, en el mío, que es el que conozco mejor). Por otro lado en ocasiones el autor se deja llevar por los errores incluidos en textos existentes, ayudando a que se perpetúen en el tiempo. Algunos ejemplos son:
- Se menciona en el capítulo dedicado a Una invención diabólica (1958), que el director Karel Zeman trabajó en el cortometraje El sueño de Navidad (1943) junto a su hermano Bořivoj Zeman. Pese a la coincidencia en el apellido, Karel y Bořivoj no eran hermanos, tal y como deja claro este posteo en Facebook del Karel Zeman Museum.
- En la ficha dedicada a Toy Story (John Lasseter, 1995) se indica que la película fue fruto de un acuerdo inicial entre Disney y Pixar de un total de dos películas. El acuerdo realmente fue de tres largometrajes, que acabaron siendo Toy Story, Bichos, una aventura en miniatura (John Lasseter y Andrew Stanton, 1998) y Monstruos, S.A. (Pete Docter, 2001) -entre medias de las dos últimas, Pixar realizó Toy Story 2 (John Lasseter, 1999), que quedó fuera de ese acuerdo.
- Por último, en el texto dedicado Kubo y las dos cuerdas mágicas (Travis Knight, 2016) puede leerse que Laika desarrolló en 2005 la animación de La novia cadáver (Tim Burton y Mike Johnson, 2005). Lo cierto es que Laika estaba por entonces empezando, y los directivos de la compañía vieron la producción del segundo largometraje de animación stop-motion de Burton como un proyecto ideal para que sus animadores y artistas se formaran. La animación fue realizada enteramente en los 3 Mills Studios de Londres.
El listado de películas que recoge el libro "La imaginación tangible. Una historia esencial del cine de animación", es el siguiente:
Además se aporta una jugosa bibliografía (que siempre me sirve para encontrar/comprar nuevos libros que se me habían pasado por alto), un índice de películas y un glosario del montón de películas de animación (de corto y largo metraje) que han sido mencionadas.
El libro consta de 230 páginas, encuadernación rústica con solapas. PVP: 23 €