lunes, 14 de febrero de 2011

Crítica de Luminaris


El pasado sábado 5 de Febrero, tuvimos en España el privilegio de contar con el estreno mundial del último trabajo del extraordinario director/animador argentino Juan Pablo Zaramella. Toda una suerte, pues no todos los días se pueden apreciar cortos de stop-motion de calidad expuestos con proyector en pantalla grande, a no ser que vayas a eventos como la Primera Quedada Stop-motionera, de la que hablaré otro día pero ya adelanto que fue un rotundo exitazo.

Luminaris estaba, y sigue estando, enmarcado en la programación para niños y adultos que el Museo Reina Sofía oferta durante poco más de un mes y medio bajo el título: Vaivén. Un viaje animado por América Latina. Un programa que recoge cortos realizados por nuestros amados animadores sudamericanos y que nos da una oportunidad de entender un poco más sus inquietudes, sueños, fantasías, reivindicaciones, etc a través de cuatro sesiones que aglutinan trabajos en un mismo contexto. Luminaris se encuentra en el nº3, titulado Poesía de lo real, y comparte protagonismo con las obras Ay Zaragoza (José Castillo, 2003, Méjico), Casa de Máquinas (Daniel Herthel y Maria Leite, 2007, Brasil), Rojo Red (Juan Manuel Betancourt, 2008, Colombia), Parálisis (Gabriel Acevedo Velarde, 2005, Peru), Levedad (Pablo Delfini, 2007, Argentina) y Tyger (Guilherme Marcondes, 2006, Brasil).

Pero vamos a lo que vamos que me enrollo más que una persiana. Cuando ante los ojos del público que llenaba a 1/3 el Auditorio Sabatini del Teatro Reina Sofía apareció Luminaris, mayores y niños quedamos paralizados y expectantes ante la ambientación presentada. Un estilo americano de los años 40-50 con una iluminación maravillosa nos presentaba la habitación de un currante que frame by frame se despertaba, las ropas le vestían y sin levantar las piernas del suelo se movía directamente al trabajo, como si trasladado por una cinta transportadora fuera. El trabajo, ¡qué trabajo!, crear bombillas como si de pompas de chicle se tratara, solo que en vez de caucho afrutado, debe meterse bolas de cristal a la dentadura. Una labor destinada a los hombres que no vale nada sin el cometido de las mujeres, encender las bombillas con su potente mirada. Sin embargo, los quehaceres y la rutina diaria no lo son todo para nuestro protagonista, que buscará algo más...


Si hablamos de los actores principales... son una delicia. Tal y como comentaba Juan Pablo en la entrevista que le realicé hace un par de semanas, se nota que Gustavo Cornillón sabe sentir la técnica de la pixilación y sus movimientos parados no lo parecen lo más mínimo. Por otro lado, María Alché está bellísima gracias sobre todo al hecho de tener que decir con la mirada más que con ninguna otra parte del cuerpo, e incluso las palabras, que en este corto son inexistentes pues la música de Osmar Maderna acompaña a la perfección las animaciones humanas de Zaramella.


El ritmo y la acción es correcta y algunos de los planos son soberbios, destacando los primeros planos del soplado y encendido de las bombillas en los que gozaron los infantes riéndose y los adultos con los ojos como platos.

Como conclusión, ¿qué hacen que no van a ver este trabajo?. Tampoco desesperéis pues estoy seguro que dará la vuelta al mundo viajando por festivales, muestras de cortos,... lo que le llevará, y menudo órdago que me tiro aquí, a ganar en el Annecy. Un poco más seriamente, Zaramella ha encontrado el modo de rentabilizar los ejercicios de pixilación que llevaba un par de años desarrollando para crear una bohemia historia que nos les dejara indiferentes.

LUMINARIS (Trailer) from Juan Pablo Zaramella on Vimeo.

2 comentarios:

Le Petit Kolhos dijo...

Sí señor, Zaramella es grande. Qué pena no haber podido ir a la proyección.

Alejandro dijo...

Pena no haber podido ir yo tampoco... que "malo" es trabajar... ains