miércoles, 20 de noviembre de 2019

Solan & Eri, misión a la Luna, una experiencia de cine

Cada nueva edición de Mi primer festival de cine es mejor que la anterior. Se nota en la cuidada colección de cortos y largos de animación que seleccionan para diferentes rangos de edad, que va desde los 2 años hasta el más allá, en los patrocinadores que consiguen, en el ambiente de peques, padres y madres previo y post sesión, y en detalles, que pudieran parecer tontos, como las guías que diseñan y entregan para que los asistentes obtengan el conocimiento mínimo que les haga disfrutar a tope de lo que van a ver.

Los que vivimos en Madrid o Barcelona tenemos la suerte de estar en el mes en el que se celebra este atípico festival, con sede en diferentes cines de ambas ciudades y localizado temporalmente en tres fines de semana. Tenéis toda la info de pases, fechas y demás información en los siguientes enlaces:


El pasado sábado mi hijo y yo nos acercamos a los cines del Palacio de Hielo de Madrid con motivo de la proyección de la película noruega Solan & Eri, misión a la Luna. Se trata de la tercera entrega de la trilogía de Flåklypa, que ha realizado el director Rasmus A. Sivertsen con el apoyo y talento de todos los integrantes del estudio Qvisten Animation (entre ellos algunos españoles como Óscar Rodríguez, Álvaro Alonso, Teresa Pérez o Marcos Valín), el más importante en animación stop-motion y CGI del país. Esta saga de películas centradas en la inexistente villa de Flåklypa toma como base historias y personajes populares de la narrativa nórdica creados por el autor e ilustrador Kjell Aukrust en los años sesenta. Estos libros llegarían a manos de Ivo Caprino, un titiritero de ascendencia italiana que vio potencial para realizar una serie para televisión en stop-motion; sin embargo tuvo la fortuna (y digo bien) de no encontrar quien le financiara el proyecto, por lo que decidió utilizar los muñecos que ya había creado para realizar el único largometraje de su filmo-grafía: Flåklypa Grand Prix (1975), estrenado por estas tierras de forma discreta bajo el nombre de Gran Prix en la montaña de los inventos. El éxito de esta película fue arrollador, debido a un diseño de personajes excelente, una animación cuidada, una banda sonora que llega al alma (que recientemente ha versionado el joven dj Alan Walker), y especialmente por contar con una de las mejores carreras de coches de la historia del cine (que hay quien dice que sirvió de base para la escena de la carrera de vainas del Episodio I de Star Wars). Para que os imaginéis el nivel de éxito de la película, aquí va un dato de wikipedia: se vendieron 5,5 millones de entradas en Noruega, un país que cuenta con una población de 5 millones de habitantes. Aquello catapultaría a los personajes de Flåklypa a la categoría de iconos de la cultura pop del país.

Por eso no es raro pensar que cuando Qvisten Animation decidió empezar su andadura en el siempre peligroso terreno del largometraje en stop-motion, y entiéndase peligroso en el sentido de la pasta, miraran directamente a las historias creadas por Kjell Aukrust, en concreto a todas ellas que tenían como protagonistas al pato lanzado Solan, al erizo pausado Ludvig y al inventor rubegolberguiano Reodor Felgen. En 2013 lanzaron Solan og Ludvig - Jul i Flåklypa, una cinta navideña, a la que siguió la road movie Solan og Ludvig: Herfra til Flåklypa (2015), para culminar en 2018 con la cinta espacial Månelyst i Flåklypa. Comentaré esta última, cuya experiencia de visionado, en pantalla grande y doblada al castellano, me pareció un lujazo.

Un vacío burocrático deja la posibilidad abierta de que cualquier país pueda ir a la Luna y conquistarla. Todos los países ponen entonces sus programas espaciales en marcha, pero será el cohete de Reodor Felgen, reparador de bicicletas del pueblo noruego de Flåklypa el único que conseguirá despegar. La nave será comandada por un funcionario del estado y el valiente Solan, pero un accidente provocará que el apocado Eri (Ludvig en el noruego original, y Luca en la versión internacional) también los acompañe en esta aventura galáctica.

La película se divide en tres tercios claramente diferenciados: la preparación de la misión espacial, el viaje de la Tierra a la Luna y el conflicto que plantea hacerse con un espacio interestelar que no debiera pertenecer a ninguna nación. 

Como en los dos largometrajes anteriores, da gusto perderse en los detalles de cada uno de los personajes principales; un diseño que, sin embargo, queda algo afeado en esta película por los caretos abultados de algunos de los personajes humanos, resultado especialmente inquietante el de los dos dirigentes políticos y el de la reportera jefa de informativos. Serán justamente estos personajes los que sirvan de diana para las críticas más adultas (y valientes) que hace Rasmus A. Siversten por medio de la película: de la falta de escrúpulos de la administración central a la extrema vanidad e inoperancia de la administración local, pasando por la lucha de egos de los trabajadores de la televisión. 

El attrezzo y escenarios son uno de los grandes puntales del valor artístico de la película, con un cohete de proporciones enormes construido ad hoc que realmente impresiona tanto en el metraje de delante de las cámaras, como de de detrás de las mismas (al final de esta entrada podéis encontrar alguna imagen). Por otro lado, los muñecos y las cámaras se mueven con un nivel de animación de primer nivel, que combinado con el excelente ritmo hacen que la carrera espacial se nos pase en un suspiro.

Tras la película, los asistentes tuvimos la alegría de contar con el guionista de la película: Karsten Fullu, quien dio una micro master class sobre cómo fue realizada la película, además de aguantar como un campeón las preguntas que le hicieron las niñas, niños y madres de la sala, siendo estas últimas las que le pusieron contra las cuerdas al tachar su guion de machista. No les faltaba razón, al fin y al cabo los dos únicos personajes femeninos de la película son absolutamente odiosos, pero el señor Fullu alegaba que se basaba en las historias de Kjell Aukrust, quien en los sesenta no prestaba demasiada atención a estas importantes causas. Sería como criticar las películas de Mortadelo y Filemón de Fesser por machistas, cuando se basan en un universo cultural creado hace más de cincuenta años. En fin, un tema la mar complicado.

miércoles, 23 de octubre de 2019

LA OVEJA SHAUN: GRANJAGUEDON. CRÍTICA SUBJETIVA

Ayer, 22 de octubre, se celebró la gala de clausura de los Premios de Animación de la Comunidad de Madrid, donde fueron galardonados César Díaz Meléndez con su cortometraje Muedra, Coke Riobóo por su cortinilla Madrid a tus pies, Nacho Subirats por el cortometraje de la escuela ESDIP Oldie but Goldie, y el largometraje Buñuel en el laberinto de las tortugas, de Salvador Simó. 

Tras la gala, se procedió a la proyección de La oveja Shaun. La película: Granjaguedon; preestreno en España de la última película de la factoría Aardman, aquellos que siempre nos han emocionado y divertido por medio de personajes con piel de plastilina como Wallace & Gromit. 
Si en el primer largometraje protagonizado por la oveja Shaun los directores, Mark Burton y Richard Starzak, optaban por trasladar la aventura a la ciudad, lejos de la granja de Mossy Bottom, lugar donde se sitúa la exitosa serie que ha convertido a este ovino en un personaje popular de la animación británica dentro y fuera de las fronteras inglesas; en esta nueva aventura el relevo en la dirección, que lleva los nombres de Will Becher y Richard Phelan, lleva esta premisa más allá, al espacio exterior. Y alejarse tantos kilómetros de su granja de confort les ha salido francamente bien. 

Al igual que la serie, y la película precedente, Granjaguedon funciona por su ingenioso humor slapstick y por la perfecta definición de los personajes, que no necesitan diálogos para que la historia funcione como una máquina perfectamente engrasada. Tan engrasada que no me despeino al decir que este largometraje es el mejor en la etapa actual del estudio Aardman, en la que coproduce sus largometrajes con el socio europeo Studio Canal; pero incluso diría que supera a las dos películas (¡Piratas! y Arthur Christmas) que el estudio de Brístol realizó de la mano de la división animada de Sony Pictures. Aardman ha vuelto al nivel de guion perfectamente hilvanado de sus años de trabajo junto a Dreamworks. 
Película gourmet para cualquier amante de la ufología, con guiños a la cultura que rodea esta “ciencia” que van desde la famosa sintonía de X-Files, a muestras iconográficas de Doctor Who, E.T. y Encuentros en la Tercera Fase, pasando por detalles en carteles que hacen referencia a H.G. Wells, o extractos de la versión musical de La guerra de los mundos de Jeff Wayne, cuyas notas a través de la radio hacer recordar el famoso incidente radiofónico yanqui narrado por Orson Welles. El amante de las referencias, como es mi caso, estará deseoso de tener pronto acceso al blu-ray pues en cada plano hay detalles en segundo o tercer plano que es imposible detectar en un primer visionado. Yo detecté guiños a Tiburón y a Tiempos Modernos, e incluso autorreferencias aardmanitas a Morph y, sobre todo, a la primera aventura espacial importante que produjo el estudio: Una gran excursión. El primer cortometraje de Wallace & Gromit se muestra en las pantallas de la ciudad en los primeros compases de la cinta; una ciudad en la que la nave espacial con la Wallace & Gromit viajaban a la Luna (de queso) es reconvertida en pequeña atracción para niños. Referencias a este cortometraje menos evidentes las encontramos en la repetición de gags que funcionaban entonces, hace 30 años, y lo siguen haciendo ahora: como cuando una oveja da vueltas a toda pastilla al quedársele atorado el taladro en un agujero, o el momento en que el robot policía no puede contener la emoción y se suena los mocos con un pañuelo. 

Los personajes que conocemos mantienen sus roles: Shaun como el rebelde cuyas acciones provocan el desastre, el perro Bitzer como el hermano mayor que controla todo el rato a la oveja, y el granjero que no se entera de nada. Además de al resto del rebaño, la película da minutos a toda una serie de nuevos e interesante personajes, como el alienígena protagonista Lu-La, una versión en tres dimensiones y con poderes cósmicos del mítico Gerald McBoing Boing de la UPA, o secundarios de lujo como el vagabundo devorador de patatas fritas o el señor disfrazado de robot, quien se marca un genial baile (del robot, claro). 
A nivel artístico, Aardman sigue estando en lo alto. Cero quejas. De hecho el estudio mantiene la tendencia de stop-motion táctil: que se note que los personajes son muñecos reales, con partes realizadas en plastilina en la que se quedan marcadas las huellas dactilares. Un posicionamiento ante el stop-motion alejado de la hipertecnificación de las figuras impresas en 3D de Laika, que el estudio de Brístol recuperó plenamente con Cavernícola, tras haber tanteado la vía, digamos, “laikiana” en ¡Piratas! 

La oveja Shaun. La película: Granjaguedon se estrena en cines españoles el próximo 31 de octubre.

martes, 2 de julio de 2019

BROTAR (Alifáfaro, España, 2019)

Hace unos días me llegó al email (puppetsandclay@gmail.com) un mensaje de un nuevo cortometraje español que ha visto recientemente la luz, Brotar. Tierno, directo y con mucha sincronía entre música y arte animada. Un gusto para todos los sentidos.

"Brotar es un homenaje al trabajo artesanal, hecho desde las manos y el corazón. A través de su protagonista, Mirta, paseamos por escenarios teatrales que se construyen con un soporte de técnicas analógicas, consiguiendo acabados originales y sencillos. Montse Piñeiro toma como referencia a sus abuelas, ejemplos de fuerza y sabiduría de la experiencia, para revelar un universo mágico que nos transporta a nuestra infancia. La música original de Rubén Abad danza con las imágenes y nos lleva a los inicios del siglo XX, a través de tintes impresionistas que se entremezclan con las luces y colores que acompañan a toda la pieza".


Más info sobre Alifáfaro y este cortometraje en esta noticia de Faro de Vigo: