Hace unas semanas, quizás algún mes,
Coke Rioboo terminó el que es hasta la fecha su último trabajo,
El Ruido del Mundo, una pieza necesaria para conocer mejor a este artista madrileño que además resulta ser un regalo para la vista y una experiencia concienciadora.
El cortometraje narra la historia de Héctor, un compositor que sufre un extraño y agobiante mal: puede escuchar todos los ruidos del mundo de manera simultánea.
A través de la música tratará de encontrar una cura a su desesperación.
En Puppets & Clay somos fans del trabajo de Coke desde que nos sorprendiera a todos con El Viaje de Said, un cortometraje galardonado con el Goya, por ello es todo un honor que nos haya concedido la presente entrevista.
Entre El Viaje de Said (2006) y El Ruido del Mundo (2013) han pasado 7 años, ¿qué ha estado haciendo Coke durante ese tiempo?
Pues, han sucedido muchas cosas en estos años, la más importante que fui papa, y eso me paralizó a nivel creativo durante 2 años, que los dedique a disfrutar de mi hija y mi familia al cien por cien. Trabaje para algunos comerciales para televisión y sobre todo he estado dando cursos y talleres de animación por todo el mundo, India, Senegal, Marruecos, Guinea Ecuatorial, México, Venezuela, Irán, Egipto y España, por supuesto. Enseñar animación es algo que me apasiona, descubro nuevas maneras de contar, de expresar, y creo que es una herramienta maravillosa con la que los chavales y no tan chavales pueden utilizar para hablar de las cosas que les preocupan o les interesan.
Después de un tiempo de reflexión y de búsqueda de nuevas técnicas de animación, decidí ponerme a trabajar en un nuevo proyecto, y me ha costado casi 3 años encontrar una historia que sintiera que de verdad merecía la pena invertir 3 años de trabajo para contarla.
¿Es este corto en cierto punto autobiográfico?
Tiene una parte bastante autobiográfica, el personaje es músico y compositor, tiene un mal de oído, y le atormenta lo que sucede a su alrededor. Son cosas que compartimos.
Cuando uno no sabe que contar, busca y busca, y al final, lo fácil es acabar hablando de uno mismo, aunque he tratado de transformarlo, tamizarlo para que no fuese tan evidente.
¿Podrías explicarnos todo lo que lleva detrás cada uno de los movimientos milimétricos de El Ruido del Mundo?
Es una técnica bastante común pero hecha de una manera muy poco común, me explico: trabajar con un cristal iluminado y la cámara en alto, se usa mucho con arena y pintura al óleo, pero todavía no he encontrado a nadie que use plastilina para esta técnica, esto me permite trabajar a ratos, dejar un plano a medias y continuar uno o dos días después, incluso un mes después, pues este corto, ha sido gestado en noches y noches sin dormir, rascándole horas a la semana, y buscando los huecos que me dejaba mis otras ocupaciones.
Dependiendo del tipo de plano, estoy entre 15 minutos y una hora dibujando sobre la plastilina, para realizar cada foto, saqué una media aproximada de 30 segundos al mes, después de mas de 3 años de rodaje.
¿De dónde sacaste las referencias para los movimientos de cámara?
Algunos movimientos de cámara están hechos a pelo, improvisando cada fotograma, pero para los más difíciles tenia unas películas 3D de referencia, hechas por un gran artista del 3D que se llama Álvaro Granados.
Me ha costado mucho dar movimiento y profundidad a cada plano, pues venia de la animación con muñecos, y esto es una especie de 2D en directo, he tenido que cambiar mi forma de pensar en la animación y adaptarlo a esta técnica.
¿Cuál fue la escena que te trajo de cabeza y por qué?
Pues sin duda el plano de la escalera que se convierte en oreja y acaba en un cenital de toda la ciudad, antes del titulo de la película. Para este plano tenia una referencia 3D, pero en la parte de la ciudad, estaba alrededor de una hora y media o dos horas con cada foto, esto consiguió desesperarme de tal manera que tuve que dejar de animar durante 2 meses, pensé que no iba a ser capaz de acabar el corto, que lo dejaría aparcado un par de años, pero al final, saqué fuerzas acabe ese maldito plano y seguí animando el resto del corto hasta el final.
¿Qué personas han estado detrás tuya desde que comenzaste esta aventura hasta el final?
La mas importante, Lourdes Villagómez, productora de corto y mi pareja, ha aguantado mis desvaríos, mis cambios de humor, mis inseguridades, de una manera heroica y ha aportado muchas ideas de animación a la película. También muy importante la aportación de Sergio Catá, co-guionista, montador, y colaborador habitual en todos mis trabajos, sin el, la historia no tendría tanta importancia como tiene.
Los chicos de USER T-38 con la posproducción también ayudaron mucho, y en general toda la gente que me rodea, que desde el principio estuvieron muy pendientes y me dieron mucho animo demostrando su interés por el proyecto.
Una vez acabado, después de tantos años de trabajo verás partes de las que te sientes muy orgulloso y otras en que lo estás un poco menos, ¿cuales son y por qué?
Las primeras veces que ves el corto, siempre estas mas pendiente de sacarle los defectos, de ver en que sitios te has quedado corto, de lo que ha fallado, pero al final dejas de verlo así y lo ves como lo que fuiste capaz de hacer en ese momento con los medios y la energía que tenías.
Ya he aprendido a no machacarme con esto, y a disfrutar del trabajo propio, lo mejor que se puede hacer es aceptar los errores, y tratar de mejorar para el siguiente trabajo.
Algo si que creo que hice mal, y es el haber podido dedicar poco tiempo a la composición y grabación de la música, me hubiese gustado tener mas tiempo y energía, y sobre todo más presupuesto para esta parte del trabajo.
¿Cómo está funcionando el corto en los festivales?, ¿y entre los coleguillas a los que se lo pones?
Esta funcionando bastante bien, sobre todo me sorprende que funciona mucho en festivales en los que compite con cortos de ficción, creo que a la gente le llega el mensaje.
No es un corto agradable, soy consciente de que es a ratos, muy intenso e impactante, pero es la manera que encontré de contar que estamos rodeados de miserias humanas y muchas veces, nos resbala y no nos afecta en absoluto, seguimos viviendo en nuestra burbuja tranquilamente, eso si, mientras dure.
Había ideas para dar más vida al proyecto después del propio corto, como cómics, venta de originales, exposiciones, etc... ¿Cómo llevas este tema?
Tenía intención de hacer un cómic, con todo lo que se me quedo por contar de la historia, pues la tenia mucho mas desarrollada, con los personajes de la orquesta y la infancia de Héctor, el personaje principal, pero de momento lo he dejado aparcado, pues necesito un respiro, y hacer cosas nuevas que me refresquen un poco, han sido casi 4 años de “El ruido del mundo”.
Lo de la exposición esta pendiente de encontrar algún patrocinio, creo que es un proyecto muy bonito, el poder ver todo el proceso integrado en una muestra, poder tocar las planchas y entender la técnica en directo, pero montar todas las planchas que tengo guardadas en cajas de luz, cuesta bastante dinero, y espacio para almacenar, en cuanto haya alguien interesado, lo sacaremos adelante.
Cuando se acabe el vivir errante disfrutando de la presencia del corto en festivales (algo que espero que dure mucho), ¿tienes pensando cual va a ser tu próximo reto? ¿tendrás el valor de volver a animar plastilina sobre cristal?
Ahora mismo no quiero pensar mucho en nuevos proyectos, como siempre, me costará encontrar un tema del que merezca la pena hablar por medio de la animación.
Tengo ganas de trabajar con recortables, de una manera sencilla y rápida, encontrar una manera de animar que sea mas inmediata, pero como dices, ahora es momento de disfrutar viajando y conociendo gente interesante en los festivales.