miércoles, 23 de mayo de 2018

SENSATO PÉREZ: EL HOMBRE PASKU

Trece buchitos de sidra me acompañan hoy en este texto dedicado a uno de los más admirados animadores de la stop-motion de este país; un artista gustoso de disfrutar de la espirituosidad de la bebida entre fotogramas.

Hace un par de semanas se dio el pistoletazo de salida a la exposición Pascual Pérez: El hombre sensato, a quien los amigos de la localidad natal del artista tenían a bien llamarle Pasku, con esa K en cierto punto macarra, trasgresora y antinatura que tan bien le definía. El esfuerzo llevado a cabo por estas gentes que, dos veces al año se reunen en la peña Demolició para pasarlo en grande, ha llegado a buen puerto -pese a que la ciudad no sea costera.

No voy a repasar la vida y milagros animados de Pasku, pues ya publiqué en el momento de su temprano fallecimiento una extensa entrevista en la que se dejaban entrever bastante bien ambas facetas (PINCHA AQUÍ); pero sí que me gustaría apuntar que fue el primer animador español en entrar a formar parte de Aardman, donde fue fuerza animadora fundamental en el desarrollo de esa serie tan subversiva que es Angry Kid (creada por su amigo y director Darren Walsh), además de haberse llevado para casa el galadón del jurado junior del prestigioso festival gabacho de Annecy por esa absoluta delicia que es Història d'Este. Puede parecer "poka kosa", pero es que como digo no quiero hacer un repaso pormenorizado de su obra.
El concejal de cultura Eduardo Pérez Arribas dado el discurso inaugural de la exposición. (C)Foto cedida por Rafa Marco.
Quiero, eso sí, que los que leáis esta entrada y tengáis la oportunidad os acerquéis a Vila-real (Villarreal), Castellón, para disfrutar de la exposición que recoge, envitrinado, el legado de Pasku. Figuras en plastilina, esqueletos metálicos de sus figuras, diseños, carteles, fotos en tamaño hiperlativo y proyecciones de sus trabajos más representativos y más añejos -aquellas primeros acercamientos a la animación que llevó a cabo en la UPV y que me resultaron absolutamente facinantes-. Todo eso y más.

¿Dónde? En el Convent, espai d'art, Vila-real.

¿Hasta cuándo? Hasta el 15 de julio.

¿Cuánto cuesta este goce expositivo? Absolutamente nada, locx, así que tira para Vila-real.
Quiero aprovechar esta entrada para dar las gracias a toda la peña Demolició por acogerme durante los días 11 y 12 de mayo, haciéndome disfrutar de parte de la fiestas de San Pascual (viaje corto en el que por fortuna me libré de ver el toro embolado) y de la propia inauguración de la exposición. Gracias en especial a Chema López, por el precioso catálogo que se ha currado; a Xavier Mariner, por su lucha contra leyes y marea para dar a Pasku desde la dirección de la exposición el mejor homenaje posible; y a Pasqual Manzanet, por ser tan jodidamente majo.

Para terminar, dejo por aquí el texto que leí en la inauguración y que sirve de texto introductorio del catálogo de la exposición:

Mente animada y manos superdotadas, en corazón pasional. 

La historia del cine de animación en plastilina de nuestro país se imbuye de lleno en los propios orígenes del cine. Segundo de Chomón fue pionero en eso de mover objetos y muñecos con la técnica cinematográfica, y casi demiúrgica, que convenimos en llamar internacionalmente stop-motion –paso de manivela para el viejo turolense-, y con ella llegó hasta la arcilla, ancestro directo de la plastilina, para moldear caras que se iban deformando con el paso de los fotogramas en blanco y negro, ante los ojos del espectador. Y sin embargo, aunque durante los inicios de esta venerable técnica animada estuvo estrechamente ligada a nuestro país, ni en la Segunda República ni en la posterior Dictadura Franquista hubo continuidad en esa forma de hacer cine; quizás porque si algún realizador se hubiera predispuesto, habría virado hacia temas reprobados por la censura. 

Los ochenta y los noventa supondrían, por el contrario, una eclosión artística en el cine de animación stop-motion, sobre todo por el empuje de la costa levantina. Pablo Llorens se convertiría en la punta de lanza; o mejor, en el animador independiente lanzado a contracorriente que fue contagiando con su virus de colores vivos y personajes histriónicos a sus compañeros de la facultad de Bellas Artes de la UPV y al resto de seres que acababan viendo sus trabajos en festivales como Cinemajove. Esa virulencia plastilinosa acabó entrando en el sistema orgánico del amigo al que damos merecido homenaje con esta exposición, aunque ese virus se quedaría en estado latente hasta que las nieblas de Brístol lo volvieran activo, activo, y más activo, para todo el devenir de su carrera profesional. La razón médica es otra, pero estoy seguro que a nivel artístico la causa del temprano viaje sin regreso de Pasku fue la sobre exposición a la plastilina. 

Supone para mí un placer inmenso que esta muestra de la alegría y el arte de Pascual Pérez Porcar haya salido adelante, y me siento muy agradecido por el hecho de que me hayan pedido escribir este texto a modo de prólogo. Por desgracia no conocí nunca a Pascual en un tête à tête, pero gracias a llamadas de teléfono, mensajes por redes sociales, y decenas de emails, albergo una idea clara del alma humilde y cercana detrás del gran profesional del cine de animación que tanto admiraba, admiro y admiraré siempre. 

Lo bello de un cineasta es que podremos revisar, cuando nos plazca, su obra y, con ello, parte de su esencia. A Pasku le recordaremos por las grandes animaciones que dejó en grandes proyectos de cine firmados por Aardman o los Bolexbrothers, pero, principalmente, por aquella delicatesen en formato corto que maravilló a los asistentes del festival de Annecy –considerado el más importante de animación del mundo– titulada Història d'Este. Una rara avis de nuestra filmografía animada con la que es imposible no esbozar una bella sonrisa. Una dosis perfecta de la esencia de Pasku, que permite que podamos admirarle por siempre, a golpe de reproductor de DVD o de un click en el botón de play de YouTube.

(C)Fotografías de la exposición cedidas por Víctor Bellver.