Aunque haya buscado la información en Wikipedia, la historia marca el inicio de ese juego de once contra once en el que se corre detrás de un balón en las islas británicas, quedando definido perfectamente -en cuanto a reglamento- a mediados del siglo XIX. Nick Park se pasa la historia oficial del football por el arco que yo más celebro, poniendo no sólo de patas arriba la historia de este deporte sino también la teoría de la evolución de Darwin -pese a que sea por la buena causa de mostrar a los trogloditas junto a un par de dinosaurios bautizados con los más que acertados nombres de Ray y Harry.
Con mensajes positivos como el trabajo en equipo y el espíritu naturista, Cavernícola (Early Man) avanza por medio de gags brillantes a través de una trama no demasiado atrayente y carente de la energía y dinamismo de otros films de la compañía. El mundo del fútbol emborrona demasiado un exquisito trabajo de diseño de personajes, escenarios y ambientes, no dejándonos disfrutar de lo que hubiera dado de sí este mundo con un leitmotiv no tan centrado en buscar a la gran masa de espectadores que suponen los seguidores del deporte rey.
La animación de Aardman, en cualquier caso, sigue posicionada en los más altos estándares de la stop-motion, volviendo además en este film a la marca de identidad de la que fue la época de mayor apogeo y vanagloria de la compañía bristoleña: las huellas dactilares de los animadores plantadas en la piel de sus figuras de plastilina.
Con mensajes positivos como el trabajo en equipo y el espíritu naturista, Cavernícola (Early Man) avanza por medio de gags brillantes a través de una trama no demasiado atrayente y carente de la energía y dinamismo de otros films de la compañía. El mundo del fútbol emborrona demasiado un exquisito trabajo de diseño de personajes, escenarios y ambientes, no dejándonos disfrutar de lo que hubiera dado de sí este mundo con un leitmotiv no tan centrado en buscar a la gran masa de espectadores que suponen los seguidores del deporte rey.
La animación de Aardman, en cualquier caso, sigue posicionada en los más altos estándares de la stop-motion, volviendo además en este film a la marca de identidad de la que fue la época de mayor apogeo y vanagloria de la compañía bristoleña: las huellas dactilares de los animadores plantadas en la piel de sus figuras de plastilina.
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