El
cine de animación stop-motion permanece eterno en las pantallas de cine, sin
envejecer un ápice. Los muñecos lucen con total esplendor, recién salidos de
sus moldes y posteriormente limpiados de todas las impurezas y maquillados para
dar su mejor cara ante las cámaras. Sin embargo, una vez el rodaje ha sido
acometido, los puppets acaban con secuelas como rajas en sus finas pieles de látex,
holgura en sus huesos de metal o, en el peor de los casos, desmembramientos de
las partes más débiles de sus frágiles cuerpos.
El
paso del tiempo y las manos del animador acaban con su efímera vida.
Esa
idea debió obsesionar a Ray Harryhausen una vez que decidió retirarse del mundo
del cine, allá por los años ochenta. Ver a sus criaturas, que no monstruos (él
odiaba que las llamaran así), envejecer como él no debió de resultarle fácil. Así
que pensó en la forma de convertirlas en seres eternos más allá del cine. En el
bronce halló la solución.
Así,
con gran paciencia fue dando vida, primero en arcilla y posteriormente en
metal, las escenas que él consideraba más importantes de sus películas: Un
cromañón contra un ceratosaurio (Hace un
Millón de Años), Perseo haciendo que Medusa se convierta en piedra al mirarse
en su impoluto escudo divino (Furia de
Titanes), un náufrago de mediados del siglo XIX montado en un antediluviano
phororhacos (La Isla Misteriosa),
Talos en toda su magnificencia (Jasón y
los argonautas), o King Kong machacando a un T-rex en la Isla Calavera (King Kong, en esta película Harryhausen
no trabajó pero fue la causante de que quisiera dedicarse a los efectos
especiales).
Los
bronces quedaron increíbles (pueden admirarse en preciosas fotos en las páginas
finales del muy recomendable libro The Art
of Ray Harryhausen), y tienen un lugar de honor en la colección de The Ray
and Diana Harryhausen Foundation. Por suerte, son piezas que normalmente se
exponen en las muestras del arte del maestro que se han venido realizando en
varias partes del globo en los últimos años.
Pero
para los grandes fans puede que sea suficiente.
Buscando
suplir esas ansias de poseer una figura realizada por las mágicas manos de Ray,
y con un claro filón comercial, la armería inglesa Raven Armoury entró en contacto con la Foundation para realizar
series limitadas de los legendarios esqueletos de Jasón y los argonautas, en bronce. Los Hijos de la Hidra (The Children of The Hydra) es como se
denomina esta lujosa colección en referencia al origen de estos huesudos
guerreros (recordemos que tras dar Jasón muerte a la Hidra, el rey Eetes recoge
los dientes de la criatura y los esparce por el suelo como quien siembra
tomates. Sin embargo, en vez de inofensivas hortalizas, la cosecha da como
resultado un batallón de siete esqueletos armados con sed de sangre de
argonauta).
La
suerte quiso que hace unas semanas, dos de los bronces realizados en la armería
llegaran a nuestra humilde morada para que habláramos de ellos... para luego
volver a England; así que vamos allá. Que decir tiene que fue todo un
acontecimiento. Cúter en mano, procedimos al desembalaje de forma concienzuda,
hasta que una vez liberadas de todo cartón y plásticos aparecieron ante
nuestros ojos un par de cajas negras decoradas con un logo de la Foundation
como si estuviera marcado a fuego. Al abrir las cajas encontramos dos preciosas
esculturas de bronce de los esqueletos en diferentes posiciones, de hecho se
trata de las versiones delta y épsilon de una colección compuesta por ocho figuras,
que pueden adquirirse a través de la web
de la armería: http://www.raven-armoury.co.uk/CoTH/set.html
(Si os animáis, decid que venís de Puppets & Clay y utilizar el código
promocional “KILL THEM ALL”, pues
conseguiréis 10% de descuento y gastos de envío gratuitos si hacéis el pedido
en Diciembre).
Cierto
es que no somos del todo objetivos, el amor por el cine de Ray Harryhausen es
algo que nos ha acompañado siempre y muy probablemente lo haga toda nuestra
vida porque pertenece a nuestro reducto más puro de nostalgia infantil, pero
siendo todo lo imparciales que podemos hemos de anunciar que las esculturas son
auténticas joyas. Las proporciones son perfectas, el acabado tiene todo lujo de
detalles y la posición inmóvil es realmente amenazante, parece que vayan a
romper su “piel” metálica y salir con su esqueleto al desnudo a por nuestra
sangre. Molaría, ¿no?
Por
si fuera poco, la Raven Armoury no se
ha quedado ahí, sino que ha querido ampliar su catálogo harryhauseniano. Ahora
están trabajando en dos versiones de Talos en bronce, una al tamaño del
original y para la que han utilizado el molde creado por Ray en los sesenta para
dar vida al “enorme” titán de casi 50 cm (19”), y otra de la mitad de tamaño
para los coleccionistas con poder adquisitivo más moderado. Todo un objeto de
culto que puedes adquirir en este enlace: http://www.raven-armoury.co.uk/CoTH/talos.html
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