miércoles, 23 de octubre de 2019

LA OVEJA SHAUN: GRANJAGUEDON. CRÍTICA SUBJETIVA

Ayer, 22 de octubre, se celebró la gala de clausura de los Premios de Animación de la Comunidad de Madrid, donde fueron galardonados César Díaz Meléndez con su cortometraje Muedra, Coke Riobóo por su cortinilla Madrid a tus pies, Nacho Subirats por el cortometraje de la escuela ESDIP Oldie but Goldie, y el largometraje Buñuel en el laberinto de las tortugas, de Salvador Simó. 

Tras la gala, se procedió a la proyección de La oveja Shaun. La película: Granjaguedon; preestreno en España de la última película de la factoría Aardman, aquellos que siempre nos han emocionado y divertido por medio de personajes con piel de plastilina como Wallace & Gromit. 
Si en el primer largometraje protagonizado por la oveja Shaun los directores, Mark Burton y Richard Starzak, optaban por trasladar la aventura a la ciudad, lejos de la granja de Mossy Bottom, lugar donde se sitúa la exitosa serie que ha convertido a este ovino en un personaje popular de la animación británica dentro y fuera de las fronteras inglesas; en esta nueva aventura el relevo en la dirección, que lleva los nombres de Will Becher y Richard Phelan, lleva esta premisa más allá, al espacio exterior. Y alejarse tantos kilómetros de su granja de confort les ha salido francamente bien. 

Al igual que la serie, y la película precedente, Granjaguedon funciona por su ingenioso humor slapstick y por la perfecta definición de los personajes, que no necesitan diálogos para que la historia funcione como una máquina perfectamente engrasada. Tan engrasada que no me despeino al decir que este largometraje es el mejor en la etapa actual del estudio Aardman, en la que coproduce sus largometrajes con el socio europeo Studio Canal; pero incluso diría que supera a las dos películas (¡Piratas! y Arthur Christmas) que el estudio de Brístol realizó de la mano de la división animada de Sony Pictures. Aardman ha vuelto al nivel de guion perfectamente hilvanado de sus años de trabajo junto a Dreamworks. 
Película gourmet para cualquier amante de la ufología, con guiños a la cultura que rodea esta “ciencia” que van desde la famosa sintonía de X-Files, a muestras iconográficas de Doctor Who, E.T. y Encuentros en la Tercera Fase, pasando por detalles en carteles que hacen referencia a H.G. Wells, o extractos de la versión musical de La guerra de los mundos de Jeff Wayne, cuyas notas a través de la radio hacer recordar el famoso incidente radiofónico yanqui narrado por Orson Welles. El amante de las referencias, como es mi caso, estará deseoso de tener pronto acceso al blu-ray pues en cada plano hay detalles en segundo o tercer plano que es imposible detectar en un primer visionado. Yo detecté guiños a Tiburón y a Tiempos Modernos, e incluso autorreferencias aardmanitas a Morph y, sobre todo, a la primera aventura espacial importante que produjo el estudio: Una gran excursión. El primer cortometraje de Wallace & Gromit se muestra en las pantallas de la ciudad en los primeros compases de la cinta; una ciudad en la que la nave espacial con la Wallace & Gromit viajaban a la Luna (de queso) es reconvertida en pequeña atracción para niños. Referencias a este cortometraje menos evidentes las encontramos en la repetición de gags que funcionaban entonces, hace 30 años, y lo siguen haciendo ahora: como cuando una oveja da vueltas a toda pastilla al quedársele atorado el taladro en un agujero, o el momento en que el robot policía no puede contener la emoción y se suena los mocos con un pañuelo. 

Los personajes que conocemos mantienen sus roles: Shaun como el rebelde cuyas acciones provocan el desastre, el perro Bitzer como el hermano mayor que controla todo el rato a la oveja, y el granjero que no se entera de nada. Además de al resto del rebaño, la película da minutos a toda una serie de nuevos e interesante personajes, como el alienígena protagonista Lu-La, una versión en tres dimensiones y con poderes cósmicos del mítico Gerald McBoing Boing de la UPA, o secundarios de lujo como el vagabundo devorador de patatas fritas o el señor disfrazado de robot, quien se marca un genial baile (del robot, claro). 
A nivel artístico, Aardman sigue estando en lo alto. Cero quejas. De hecho el estudio mantiene la tendencia de stop-motion táctil: que se note que los personajes son muñecos reales, con partes realizadas en plastilina en la que se quedan marcadas las huellas dactilares. Un posicionamiento ante el stop-motion alejado de la hipertecnificación de las figuras impresas en 3D de Laika, que el estudio de Brístol recuperó plenamente con Cavernícola, tras haber tanteado la vía, digamos, “laikiana” en ¡Piratas! 

La oveja Shaun. La película: Granjaguedon se estrena en cines españoles el próximo 31 de octubre.