El viernes pasado estrenaron en las salas más selectas de nuestro país un largometraje de animación del que llevaba tiempo siguiendo sus pasos por internet, El Principito. La cinta tuvo su estreno en Cannes nada menos que en mayo de 2015, y durante el resto del año pasado tuvo su estreno en salas comerciales de medio mundo no sin tener ciertas dificultades en otros países (en Estados Unidos al final se ha podido ver gracias a Netflix, y no han podido disfrutarla en pantalla grande). Así que no nos podemos quejar... Además, nunca es tarde si la peli es buena.
Y vaya que lo es. Pese a mis reticencias iniciales, sobre todo debidas a que las partes de CGI del trailer me dejaban bastante frío, debo decir que la película entretiene de principio a fin y desde luego es una adaptación más que digna de un relato que a priori se presentaba como bastante complicado de adaptar (aunque Will Vinton ya demostró lo contrario en 1979 con su versión plastianimada en formato cortometraje). La narración original, presentada en una animación stop motion de una delicadeza apabullante, se ha ampliado para dar cabida a otra historia sobre la búsqueda de la diversión y la abstracción en un mundo dominado por la seriedad, la planificación y la madurez entendida de la manera más gris. Aquí encaja el CGI perfectamente, como contrapunto a la calidez de las escenas animadas fotograma a fotograma por un equipo dirigido por Jamie Caliri (sí, el crack detrás del software Dragon Frame, el más potente del mercado para crear animaciones en stop motion).
Mark Osborne dirige la película con esmero y buen gusto, sabiendo aprovecharse de las ventajas del cine de animación en planos valientes, saturados de elementos y vertiginosos, pero también para dar a la cinta un tono calmado que por suerte se antepone a la manera atropellada con la que hace cine el Hollywood actual. Con un reparto de altura, compuesto por Jeff Bridges, Marion Cotillard, James Franco, Benicio del Toro y Ricky Gervais. de cuyas interpretaciones algo ha quedado incluso en la versión doblada al castellano, la película está poblada de personajes interesantes, a todas luces chalados, que harán disfrutar de su visionado tanto a niños como a maduritos.
Ahora que empieza el frío, ahora que apetece cine más que nunca, dadle una oportunidad a El Principito y dejaros llevar por la magia del cine de animación en pantalla grande.