En mi búsqueda incesante de películas y cineastas relacionados con la animación stop-motion no dejo de sorprenderme. Por muchos años que pasen y por más y más que rebusque en libros y webs de todo pelaje, siempre encuentro novedades y curiosidades de antaño que me hacen disfrutar, aún más si es que se puede, de esta centenaria técnica.
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Podría definir de los cortometrajes de Charley Bowers como una mezcla de maquinas de Rube Goldberg, slapstick surrealista y maravillosas animaciones fotograma a fotograma en glorioso blanco y negro, pero desde luego me dejaría muchísimas cosas en el tintero. La obra de Bricolo, como se llamó en Francia al personaje interpretado por Bowers en todos sus films, es tan interesante que os recomiendo, a todos los que leáis esta entrada, que la disfrutéis y os hagáis vuestra propia idea sobre ella.
La versión en formato doméstico que tengo actualmente entre manos es la última que se ha editado, y además de los dieciséis cortometrajes ya distribuidos en la década anterior, tiene los alicientes del HD 1080, un cortometraje hasta la fecha inédito, y un libreto en papel (en idioma francés) sobre la historia y redescubrimiento de este peculiar cineasta. Una obra audiovisual que hará las delicias de todos aquellos que quieran ver una mezcla entre las locuras de Buster Keaton y las animaciones de Ladislas Starewich.
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