lunes, 4 de mayo de 2015

POS ESO, DE SAM (Y ALGUNOS MÁS...)

La crítica que vas a leer a continuación, querido lector, no es objetiva ni pretende serlo. Sam es una persona a la que tengo especial admiración por su capacidad de hacer cine de stop motion de grandísima calidad en nuestro país; alguien que se ha ido convirtiendo, a base de entrevistas y de contactos esporádicos en Madrid y Valencia, en uno de los artistas de este medio a los que puedo considerar como un amiguete. 

La obra de Sam la conozco casi al dedillo, a base del visionado obsesivo de su cortometrajes. Soy absolutamente un fan de Encarna, Hermético, El Ataque de los Critters Asesinos, The Werepig y Vicenta. No lo puedo ocultar. Por ello, cuando ahora (por fin!!!) el largometraje Pos Eso ideado y dirigido por la cabeza (de poco pelo) de Conflictivos Productions ha sido estrenado, ha sido obligatorio el ir a verla en pantalla grande. Apoyando el cine de animación stop motion que se hace en España, como debe ser.
Los cortos El Ataque de los Critters, Werepig y Vicenta estaban pensados para formar parte de un todo en forma de largometraje, que a falta de una pieza más (cuyo título y guion no quiero saber para mantener un poco de misterio) se quedó finalmente inconcluso por problemas con la productora... Sin embargo, y mientras ese problema trataba de solucionarse, los cortometrajes fueron funcionando perfectamente en festivales de todo el mundo, siendo Vicenta el triunfo máximo con más de 75 galardones a sus espaldas.
Al mismo tiempo, Sam, que es un tipo que no para quieto, se lió la manta a la cabeza y junto a Basque Films inició la producción de otro largometraje plagado de homenajes al cine de ciencia ficción, terror y aventuras, pero con un cariz muy cañí: Pos Eso.

La Trini, bailaora mundialmente conocida, abandonó los tablaos sumida en una gran depresión desde que su esposo, el gran mataor de toros Gregorio, muriese en un accidente doméstico. Damián, su hijo de 8 años, ha empezado a dar signos de una rebeldía que roza la demencia. Ningún médico, psicólogo o psiquiatra puede explicar el comportamiento del crío, conducta que irá empeorando hasta tal extremo que será necesaria una explicación sobrenatural a su estado. Esta situación pone a la Trini al borde de los nervios, quien decide contactar con el Padre Lenin, cura vasco repudiado por la Iglesia que está atravesando una crisis de fe; pero tal como todas las señales indican, es él la única esperanza de devolver la tranquilidad a tan maltrecha familia.

Tras cuatro años, mil batallas y un exceso de horas de trabajo, Sam y un puñado de artistas (el impacto de ver los créditos de la película después de haber visto los de Los Vengadores 2 el día anterior fue acojonante) consiguieron terminar un proyecto que ha llevado a un exhausto Sam a decir: “No quiero más plasti... al menos durante una década”. Ojalá que no sea verdad.

El cine que elegí para ver la obra magna de Conflictivos fue el Cuadernillos (Alcalá de Henares). “Deme dos entradas para Pos Eso a las 19:45”... “Son 13 euros, sala 8”. La sala, pequeña pero acogedora, estaba desangeladamente vacía, y ya nos olíamos que nos pasaría lo mismo que en Shaun y en Fantastic Mr. Fox, que la proyectaros solo para nosotros (mi mujer y un servidor). Pero que va... a un minuto escaso de que el proyector empezara a calentar la bombilla, entró una familia de cuatro personas. Fueron los únicos acompañantes que tuvimos.

A las bravas, sin trailers de por medio, ni anuncios de concesionarios de coches o restaurantes locales, la película comenzó con los patrocinadores oficiales y una escena homenaje al mejor Indiana Jones, con tragaperras de por medio. ¡¡¡Ouh Yeah, Pos Eso empezaba a tope!!! Y la cosa siguió con una presentación de los acontecimientos en forma de precioso reportaje televisivo y el inicio del festín de vísceras, sangre y vómitos... La verdad es que resulta flipante como Sam es capaz de crear  tanta animadversión con un material tan inocente como la plastilina. Todo un logro.
Con la escena del psicólogo psicópata y la de la gitana espiritista, la cinta alcanzó su punto más culminante en una trama simple pero efectiva, que no pretende más que hacer disfrutar al cinéfago que no va al cine a llorar o a que le cuenten problema chorras. Y ya te digo yo que lo consigue con creces. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. El gran valle de la producción lo encontramos hacia el final de la historia, cuando las hordas demoniacas hacen su aparición. La integración digital no es del todo buena y parte de los diablos (o todos, tengo mis dudas) están realizados en animación por ordenador, lo que hace perder el encanto creado por la plastilina hasta ese momento... Es una pena que este bache llegue tan al final, porque es inevitable salir de la sala con un sabor agridulce.
Pero hay que ser justos, con un presupuesto de 1,7 millones de euros (frente a los 55 millones de dólares de Shaun the Sheep...) no se pueden pedir peras a la encina. Estamos ante un hito en la historia de nuestro país: 81 minutos de animación stop motion profesional, sincronización labial en castellano (con subtítulos en inglés, al menos en la copia que pusieron en nuestro cine) y un trabajo exquisito de ambientación gracias a unos escenarios y miniaturas de calidad excelente. Un producto cinematográfico que claramente supera a sus precedentes (Juego de Niños y O Apostolo). Y, ¡leches!, un largometraje dedicado a la memoria de Ray Harryhausen merece que la gente llene las salas de cine para verla. ¿o no?

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