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jueves, 5 de junio de 2025

Los girasoles y el triunfo de los hermanos Lagares

Llevaba tiempo queriendo ver el cortometraje que hoy comparto en este espacio, pues creo que es el único que ha ganado un Goya que por unas cosas o por otras pues se me había ido resistiendo al paso del tiempo. Y eso que incluso tengo relación con los dos realizadores del mismo desde hace años, pero siempre encontré ciertas reticencias a mostrarlo...

Pero todo llega. Por fin está disponible online -de hecho, desde el mes de febrero-, con motivo de su veinticinco aniversario. Pasen y vean Los girasoles, realizado en el año 2000 por los hermanos José y Manuel Lagares.

Una vez vista la película entiendo perfectamente los miedos que pudieran tener José y Manuel de enseñarlo, pues claramente es un trabajo que es fruto de su tiempo. Mirado hoy, con los ojos acostumbrados a unos acabos técnicos hiperlativos, está claro que Los girasoles puede no ser del agrado de todos. Pero qué queréis que os diga, a mí me ha gustado y mucho.

En primer lugar nos encontramos con una escena genial en la que se nos muestra al Sol y a la Luna como si fueran curritos de una fábrica. Creo que todo aquí funciona muy bien: escenarios, iluminación, animación,... Hasta dan ganas de pedirle a Lorenzo que se haga otro de esos bocatas de tomate y jamón que se marca.

En el bloque central nos encontramos a dos girasoles antropomorfizados que se quieren y bailan para demostrarlo. Los diseños resultan un poco extraños, si bien creo que la idea de poner caras humanas a estas plantas era bastante arriesgada. En cualquier caso, ya me gustaría a mí tener ese culo tan bien trabajado (creo que tengo que tomarme más en serio las clases de GAP). Fuera de coñas, en esta, la parte central del corto, se alternan secuencias animadas en stop-motion con otras animadas por ordenador, de esas tan propias de finales de los noventa que a mí me fascinan a nivel estético, con ese renderizado como de plástico brillante que me recuerda tanto a los fondos de pantalla de Windows 95/98. Asimismo, los Lagares sacan pecho con una de sus grandes dotes: la de crear caricaturas en plastilina de personajes famosos. Así vemos a Mark Knopfler, Phil Collins o Elton John bajo la mirada lagariana, que es tan buena que hace que los susodichos se reconozcan al instante. Cabe también mencionar que esta secuencia también puede ser mirada como una llamada de atención por parte de los realizadores a la agricultura intensiva que, de forma desbocada, convierte algunas parcelas en auténticos eriales.

Finalmente la película cierra de forma magistral con una brevísima secuencia de Vicent Van Gogh rescatando a los girasoles protagonistas de una segadora. Es alucinante lo bien trabajada que está la ambientación de este plano (diseñado por Isabel Villalonga Shelly). De hecho a mí me ha dado pena que se acabe tan rápido, pues dan ganas de meterse dentro de ella y cotillear los cuadros y resto de objetos de esta perfecta versión del artista desorejado. Pero lo bueno es que, teniendo el corto a mano, he podido echar para atrás y verlo las veces que me ha dado la gana.

Los girasoles ganaron el Goya a mejor cortometraje de animación en el año 2000, compitiendo contra otro trabajo de animación en plastilina —Podría ser peor del canario Damián Perea—, una joyita de esa época de CGI irrepetible —Smoke City (Edu Martín y Mario Tarradas)— y un par de maravillosos trabajos de dibujo animado —Animal (Miguel Díez Pérez) y William Wilson (Jorge Dayas)—. Aquí el vídeo del momento en que los hermanos Lagares suben a por su cabezón, entregado por el gran Antonio Fraguas "Forges":

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